lunes, 29 de diciembre de 2008

Como en un pequeño Bagadad. Amira Hass.

Todavía hay quien tiene lo que hay que tener para escribir sobre lo que ocurre.

El artículo... sin palabras.

Como en un pequeño Bagdad



Por Gaza





Fuimos.

¿Cuántos? No lo sé, nunca se me dio bien contar personas.

Es triste ver que todo aquello por lo que tú luchas se va a la mierda tan facilmente, pero aún te da esperanzas encontrar gente que no se da por vencida.

Hamás no es santo de mi devoción, pero si la alternativa son los ataques masivos de parte del mundo civilizado y democrático, permítanme que me lo piense.

No sé qué carajos vamos proclamando cuando, a la hora de la verdad, todos somos iguales.

Me niego a formar parte de esto.



sábado, 27 de diciembre de 2008

Manifestación 28.12.2008


Hay gente que no puede tener la fiesta en paz.

Cuando me ha llegado el sms esta mañana de un amigo, yo aún no había visto las noticias.

Ahora llevo en la cabeza la cifra de más de 155 personas muertas, la mayoría de ellos, civiles.

Para tener armamento tan sofisticado y un ejército tan preparado, no entiendo cómo las cuentas nunca cuadran y los muertos civiles siempre acostumbran a ser más que los muertos combatientes.

Mañana hay convocada una manifestación frente a la Embajada de Israel, a las 12h de la mañana, por la ONG Paz Ahora.

La dirección es C/ Velázquez, 150.
Metro: República Argentina.

Nos vemos allí.


miércoles, 24 de diciembre de 2008

Prende la luz


Hacía tiempo que no veía tanta kipá junta.

Los niños pequeños correteaban por la plaza con globos en las manos y los adultos, unos solos, otros acompañados, se movían tímidamente al compás de la música -en teoría tradicional- que se escuchaba a través de los altavoces.

Aunque lo que más se veía eran abrazos y saludos. Y también a una chica, de unos 16 años, con una antorcha de acá para allá.

Lo cierto es que la gente empezó a llegar sobre las 18.30h. Fueron más inteligentes que nosotros: el nuevo día no comienza hasta la caída del sol y es entonces cuando se prende la vela, no antes. Yo no caí hasta que ya estábamos allí, y nuestros pies se enfriaban por momentos.

Al fin vimos a un montoncito de gente subido en la tarima, detrás de la janukía. Ahora es cuando empieza todo, pensé, vamos a ver qué dicen estos hombres.

Entré automáticamente en modo misa y puse las orejas a la escucha, como los niños.

Comenzó el director de Casa Sefarad, explicando el porqué de celebrar Hanuka en las calles de Madrid. "Lo que queremos es hacer llegar nuestra cultura a la gente, que la comprenda, y también que se acerque y comprenda a Israel". Me pregunté, como siempre, por qué mezclan churras con merinas, por muy conectadas que ambas cosas puedan estar en un momento determinado. Israel siempre está ahí, viva el imaginario colectivo.

Cuando dieron paso al Gran Rabino de Israel me dije: hija mía, ¿por qué no escuchaste a Jonathan cuando dijo que Hanuka era una fiesta muy sionista?. Madre mía. Recé para que no terminaran cantando, por una de estas casualidades, la HaTikva.

Tuve suerte: no lo hicieron.

Cuando empezaron con las bendiciones de rigor, la plaza estaba ya llena de gente. También hubo cánticos, pero parte del Shemá Israel y un shoshanim suelto, Sonia y yo nos pasamos más de diez minutos sin entender una sola palabra.

Mientras los altavoces nos hacían llegar tanta palabra indescifrable para nosotras, uno de los rabinos, chiquitito y con cara de risueño (nada que ver con lo que he visto por Jerusalén tantas veces), se puso a bailar sobre la tarima y a dar palmas para animar a la gente. ¡Daban ganas de subirse con él!.

Después, el baile típico (que fue sólo uno y que, además, apenas pudimos ver porque había demasiada gente delante) y los sufganiot. Cuando íbamos abriéndonos paso hacia la mesa, saltando por encima de kipás de todos los colores y tamaños, vislumbré la vajilla: un maravilloso despliegue de platos, vasos y servilletas de papel con la estrella de David, por su puesto, todo en blanco y azul, que iban y venían. Me acordé de aquel supermercado en Haifa donde todas y cada una de las etiquetas del embutido tenían un banderita israelí. Me entró la risa: aquel día de compras fue uno de los más divertidos del viaje. El chico que estaba a mi lado, con su sombrero negro y sus incipientes tirabuzones, bastante más joven que yo, se me quedó mirando con cara de "¿y a ésta qué le pasa?".

Avanzamos en la fila entre una muchedumbre, al parecer, tan hambrienta como nosotras, mientras escuchábamos conversaciones salpicadas de alguna que otra palabra en hebreo. Beseder! ken! Hanuka sameaj! Y poco más pudimos entender.

El de los tirabuzones se nos quedó mirando y le dijo a su amigo que no sabía que había tanto judío en Madrid. Me sonrió. Puse una medio sonrisa "Si yo te contara...", pensé yo.

Cuando llegamos a la mesa sólo quedaba té verde en vasos, por cierto, de color verde. ¡Esto es una señal! le dije a Sonia bromeando.

Mientras dábamos vueltas por la plaza -sabes? hablé ayer con Oriel-, -anda, pues el pobre Jonathan hoy duerme en tienda de campaña-, apareció delante de nosotras uno de los rabinos que había estado arriba en la tarima, con una bolsa repleta de velas y otra hasta arriba de pequeñas peonzas. El hombre nos sonrió y nos deseó una feliz Hanuka al tiempo que nos alcanzaba una vela a cada una: una azul y otra blanca. La estampa perfecta, je. Por la paz, nos dijo. Que falta nos hace, pensamos nosotras. Se quedó con la peonza. ¡Yo quería una! aunque me dio menos pena porque eran de colores fluorescentes, nada que ver con la que tiene sus letritas y todo, diciendo eso de "un milagro ocurrió ahí".

Dudé entre darle las gracias en Hebreo o en Español, pero al final opté por el segundo; al fin y al cabo ¿No estábamos en España? ¿y no se puede ser judío español hablando Castellano? Así terminamos con un "Gracias, feliz Hanuka para usted también". ¡Viva la lengua materna!.

Nos volvimos a un banco que había libre y nos sentamos. Pasó por allí una mujer y nos miró. Sonreí. Nos sonrió. Miró hacia delante y volvió la cabeza de nuevo hacia nosotras: "Hanuka sameaj".

Ay, Dios
-pensé- otra vez como en Israel, que se piensan que somos judías y empiezan a hablarnos en hebreo. Sabía que nos había deseado una feliz hanuka, pero le dije que no hablábamos hebreo. La mujer, muy amable, y con un terrible acento inglés, nos respondió "¿No sabéis lo que significa? Mirad, hanukua es esta fiesta; sameaj es como feliz, así que hanuka sameaj es feliz hanuka". "Hanuka sameaj para ti también", respondimos.

La mujer, profesora, por cierto, seguía allí "¿Y qué os parece que se celebre así en Madrid?". Yo, a esas alturas de la fiesta, me encontraba un tanto confusa. Salí del paso con un "¡Es la primera vez que se hace aquí! El año pasado lo montaron en Barcelona". A lo que la mujer respondió con un gran "¡¡Síii!! nosotros lo celebramos todos los años en Londres!! ¡qué sorpresa tan grande me he llevado al verlo en Madrid!". Parecía tan contenta...

La mujer nos volvió a sonreír y se fue. Nosotras acabamos nuestro té y, para compensar la falta de sufganiot, nos fuimos a comer un kebab a un restaurante turco cercano.

¡El que no se consuela es porque no quiere!


Ayer, mientras intentaba hacer los sufganiot en casa (hay que agradecerle a Magda el regalo del libro de cocina Sefardí) y pensaba en las velas, me vino a la cabeza aquella canción de Ismael Serrano:



"No puedo pensar que todas las batallas están perdidas.
Pobre de aquel que nos recuerde que la historia se termina.
Un rumor de alas y tormenta inunda toda la avenida.
En los muros leí los gritos que nos dan bienvenida"


¡Prende la luz!





domingo, 21 de diciembre de 2008

18 de Diciembre






Hear the Shministim in their own words: Why we refuse.

Over 20,000 letters of support. The Shministim campaign has been translated into Spanish, French, Portuguese, Turkish, Japanese, and other languages.

Photo by Eitan Isaacson.

Yesterday, December 18th, was the Shministim Day of Action in Israel. Even as Tamar Katz remained in solitary confinement, the Shministim were thrilled. They told us they had not seen this much media coverage in Israel of young refusers in years. The global response, which continues to grow, has been ovewhelming. I want to share with you this first-hand account that Rebecca Vilkomerson wrote about the day. And, thank you so much from all of us at Jewish Voice for Peace.

Our work continues.

Sydney Levy Jewish Voice for Peace



It is hard to convey, and impossible to overstate, just how completely saturated Israeli culture is by the heroic image of the Israeli Army. In school, advertisements, marketing campaigns,store discounts, discussions with neighbors, every way you can imagine, the Army is portrayed as the ultimate form of service to the country. When I took my daughter, who is five, to the doctor recently, the doctor began her explanation of how vaccines worked in this way: "you know how Israel has an Army that protects us? Well the vaccines are your body's army…"

It is simply everywhere.

That is what makes the shministim all the more remarkable. These are young adults, just out of high school, who have managed to break through all the myths that they have been immersed in and figured out for themselves what the Army actually does. Having reached the conclusion that being in the Army would force them to commit immoral actions, they have taken the next obvious---but in no way easy---step of taking action by refusing to serve. All in the face of family pressure, peer pressure and societal pressure that is absolutely intense. They are willing to pay the price, which can and does include jail time, for standing up for what they know is right.

As far as I am concerned, as a mother who is raising two Israeli daughters, they could not be better role models.

So I invited my daughter to join me at the December 18th Day of Action in Solidarity with the Shministim, and I was thrilled that she even agreed to leave her sister's Chanukah party early to accompany me.

The Day of Action had already attracted welcome attention:

a front page article this morning in Haaretz, a moving statement of solidarity from U.S. Army war resisters, and a strongly worded statement of support from Amnesty International.

When we arrived, the first thing we saw was box after box after box after box lined up on the street. These were the letters and postcards that had been generated by the international campaign, over 20,000 in total. We were arrayed across the street from the imposing kiriya, the Army headquarters. This was as close as the police would allow us to get. We were a small group, about two hundred people, and this reminded me just how brave and still isolated the refusenik movement in Israel is, and therefore how much the international support really means. The spirited crowd chanted and yelled support as some of the shministim--Omer Goldman, Sahar Vardi, Raz Bar-David Varon--and the relatives of Yuval Ophir-Auron and Sahar Vardi, took turns bringing the boxes of letters to the locked gates of the kiriya, where eventually two men in suits agreed to take them all inside. They make a nice group, indicative of how a refusenik can come from any part of Israeli society, as Omer's father made his career high up in the Mossad and Sahar's family are relentlessly dedicated left-wing activists. There is a traditional belief in Yiddish culture, which comes from the Jewish mystical tradition, about the lamedvavniks, the thirty six righteous and humble people for whom God saves the world. The shministim are our lamedvavniks-our voice of conscience, our tiny flickering hope of building a society that does not willingly participate in controlling, terrorizing, and killing the Palestinian people-enforcing the checkpoints, demolishing homes, destroying ancient olive groves, building the Wall, confiscating land, enforcing siege and all the other immoral and illegal actions of the occupation. In the last minutes of the demonstration, I talked briefly with one of the organizers. She said, "you know, there's a lot more we can do with these letters. We can hand them out on the streets of Tel Aviv. There are all sorts of things we can do." She was clearly buoyed and excited about building on the movement the Day of Action had generated. And as we got back on our bike to ride home in the still-warm December air, my daughter said to me, "Mama, I never want to be in the Army." This is how it can begin. Because what if instead of six, or ten or sixty, six hundred refused? What if 6000 refused? The occupation would be over.

Rebecca Vilkomerson

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Valor y vergüenza


Unos dicen que cada vez la cosa va a menos; otros, que lo mínimo que sienten es desprecio hacia esos desagradecidos "¿Qué quieren? es su país, viven en él ¿y se niegan a defenderlo? ¿Es que ahora se lleva eso de estar contra la ocupación?".

Yo, personalmente, no puedo dejar de admirar a esta gente. ¿Quién tiene el valor para ser fiel a sus principios, sobre todo cuando el ambiente no es el más propicio?.

Precisamente ayer, saltando de web en web, di con unos testimonios de soldados israelíes en una reunión conjunta con palestinos. Forman parte del grupo Combatants for Peace.

Jewish Voice for Peace ha lanzado una campaña de apoyo a los objetores israelíes, pidiendo al gobierno que les deje en libertad. Nos quejamos mucho de los pueblos aún por civilizar, pero que venga alguien a decirme si es normal que te encarcelen por negarte a servir en el ejército... y estamos hablando de Israel.

¿Cómo se puede pagar así a los que buscan una alternativa no violenta al conflicto?

Si crees que es injusto, apoya la campaña.

December 18th - Tell Israel: free the Shministim!



Ellos, nosotros, todos te lo agradeceremos.


support.refusers.israel@gmail.com


martes, 16 de diciembre de 2008

Las elecciones, el diálogo y Hitler


Mazal tov para tu amiga!"

Le acababa de decir a Oriel que Nadia estaba embarazada.

"Ojalá tuviera yo algo sobre lo que poder estar tan feliz", continuó.

Hacía un tiempo que no hablábamos, había estado fuera del país. Pensé que sería el síndrome post-vacacional-de-vuelta-a-Israel. Pero no.

"La universidad y la política me mantienen deprimido".

Me sorprendió. Cuando estuvimos juntos este verano, no me pareció que se interesara en exceso por la política y, menos aún, que fuera un pesimista nato. En realidad, el suyo es uno de los puntos de vista más originales que últimamente he tenido la oportunidad de escuchar.

"No hay ningún candidato que realmente me diga algo, que me haga pensar que esto va a cambiar. Necesitamos un verdadero cambio. Primero tenemos que arreglar los problemas entre nosotros, esta fractura en la sociedad que nos corroe; sólo entonces podremos arreglar los problemas con nuestros vecinos".

Hoy, leyendo El País, me he encontrado con que el Likud va cada vez más a la derecha y que tiene serias posibilidades de obtener una buena victoria en las legislativas del 10 de febrero. Por lo visto, al señor Netanyahu le salió el tiro por la culata intentando dar una imagen moderada y terminó contando entre sus filas con gente a la que eso de "diálogo" le suena a chiste.

Pero vamos más allá: resulta que uno de sus colaboradores, el señor Feiglin, se declaró hace unos años admirador de Hitler. El artículo de El País resalta que Feiglin consideraba a Hitler " 'genio militar incomparable' que 'dotó a Alemania de orden público y de un régimen ejemplar con un sistema judicial apropiado'. Añadía Feiglin que el sionismo es 'racista' y que los palestinos son 'inferiores' porque fracasaron a la hora de lograr su Estado a lo largo de la historia".

Teniendo en cuenta cómo está el panorama en cuanto a exaltación del nazismo se refiere, yo me pregunto cómo es que a este hombre se le permitió decir aquello y quedarse tal cual. A veces pienso que cosas como estas sólo pueden pasar en Israel: entre políticos que dicen admirar las tácticas militares de Hitler y grupos nazis barriendo las calles del país de tanto en cuando, parece que hemos salido del cuento de "el mundo al revés".

Se excusará el señor Feiglin, supongo, alegando que aquellos comentarios fueron hace ahora diez años y que, si salen a la luz, es sólo porque a algunos antisemitas les interesa tergiversar sus palabras. Tampoco sería la primera vez que a Juan Miguel Muñoz se le echa en cara tal acusación.

En cualquier caso, habrá que ir cruzando los dedos para el 10 de febrero y rezar para que la candidata de Kadima, Tzipi Livni (que no sé si será mejor, pero peor, desde luego, no parece) sepa sacar ventaja de tan bochornosos comentarios.

¡Hagan sus apuestas!



domingo, 14 de diciembre de 2008

¡Se armó el Belén!


Después de semanas intentando evitar a toda costa los Belenes, al final me he tenido que dar por vencida.

Ya es un tópico eso de "cada año empezamos antes a poner las luces en las calles, los villancicos en los supermercados y los anuncios de juguetes, perfumes y cava en la televisión". Nos gusta repetirnos; es como aquello de "como este verano de calor, ninguno, eh?".

Yo, como cada año también, he procurado pasarlo por alto. Para empezar, no sé qué tiene que ver todo lo que hacemos con lo que Jesús predicó. Una no es entendida en el tema, pero tengo un par de intuiciones a las que he decidido escuchar y no, no encuentro relación alguna entre lo que fue y lo que es. Ya ni siquiera las misas por televisión, que siempre me han hecho sentir culpable por cambiar de canal, me impresionan. Lo he comprobado esta mañana.

Además, poner el Belén es una tradición con cierta solera y a mí ver tanto personajillo vestido de pastor me hace sentir nostalgia. Desde que leí el libro Palestinos de Lola Bañón, cada año, por estas fechas, me imagino las luces en la plaza de Manger (Mahd), con la mezquita de Omar Ibn Jattab iluminada, a un lado, y la Basílica de la Natividad, al otro.

Ahora que parece que el turismo vuelve tímidamente a afluir en la región (en Belén y, si acaso, Hebrón. Fuera de los sitios Bíblicos, rara gente se aventura a entrar) quizá ya no sea lo mismo y las personas determinadas a peregrinar como sea por la tierra de Jesús cambien el paisaje con su cámara de fotos en mano, la cruz colgada al cuello.

Yo, pobre de mí, me tengo que conformar con ver la exposición de Belenes que inunda Madrid, y con las imágenes, en terciopelo y tela, que del Niño Jesús cuelgan desde las ventanas de muchos de mis vecinos.

El miércoles, en el trabajo, uno de los niños, marroquí, decidió que Jesús estaba un poco solo y cambió las figuras de forma que el recién nacido terminó entre los brazos de su madre. "Es que, profe, es mejor así, el niño está mejor abrazado". No le faltaba razón.

Esa noche, cuando llegué a casa de mis padres, vi a mi madre y a mi hermana buscando las figuritas del Belén. El viernes entré en el salón y pillé a mi padre y a mi madre en plena pelea con las luces del árbol: que si estas no van, que si desenreda eso, que como me cabree van todas a la basura... En fin, lo típico por estas fechas. Al final lo consiguieron, no sin cierto esfuerzo, y teniendo que renunciar, además, a hacer que el juego completo funcionara.

¿Pusiste por fin el Belén en tu casa?- me preguntaron- Aún no... esta noche... o mañana- contesté.

Al final ha sido hoy, domingo, cuando lo he terminado de colocar. Es un Belén a medida, tamaño mini, para los que vivimos en un piso de cuarenta y pocos metros cuadrados.

Eso sí, no tiene nada que envidiar a los otros, y, para darle más realismo, le he puesto un murito... ¿Qué sería de Belén sin el muro?



¡¡Que los Reyes Magos no tropiecen con él y nos traigan muchas cositas!!

Y nosotros, mientras tanto, a pensar en ello. Es lo mínimo, ¿no?.



martes, 9 de diciembre de 2008

Adieu Mères II


Todo el mundo sabe que muchos judíos españoles emigraron (me pregunto si "emigrar" es realmente la palabra adecuada), entre otros lugares, al norte de África después del edicto de expulsión promulgado por los Reyes Católicos. Pero, al menos para mí, hablar de los Reyes Católicos es hablar de los tiempos de Maricastaña. O lo que es lo mismo: de algo que ocurrió mucho, pero que muuucho tiempo atrás, y que no tiene ningún tipo de nexo con el presente.

Quizá por eso se me quedó cara de "cuéntame más" cuando supe que su padre en realidad era marroquí de origen sefardí y que abandonó el país en el que había nacido para irse a vivir a Israel. Ni que decir tiene que me quedé con las ganas, pero ¿qué vas a contar cuando compartes con una pro-palestina la mesa de tu casa a la hora de cenar?. Mejor hablar de qué lindo sol hizo durante el día y ahorrarse posibles situaciones incómodas, ¿no?.

Buscando por la red cómo poder ver la película Adieu Mères (Adiós madres), me he encontrado con un archivo en formato pdf que hablaba mil maravillas sobre la convivencia pacífica, respetuosa y entrañable que existía entre las comunidades judía y musulmana en el país vecino durante la segunda mitad del siglo pasado.

¿Por qué la gente se empeña en edulcorarlo todo?
Dejaré el tema para una próxima entrada.

El caso es que la película en cuestión se proyecta de nuevo este domingo, día 14, a las 20h, en el mismo lugar en que se ha proyectado hoy.



Si alguien se apunta...

Adieu Mères - II Muestra Cine Africano


Martes 9 de Diciembre.
20h.


Ya sé que llega un poco tarde, pero no he sabido hasta hace cinco minutos de la existencia de esta muestra de cine africano.

Quienes tengamos la mala suerte de no poder verla esta tarde, quizá la podamos encontrar por otros lugares.




En 1960, los judíos marroquíes empezaron a emigrar en masa a Israel, alentados por los agentes de inmigración del nuevo Estado. La película cuenta en clave de drama la historia de dos familias, una judía y otra musulmana, unidas por una estrecha amistad pero cuyos destinos se separan.

Adieu mères es el último largometraje de Mohamed Ismail, de quien ya hemos visto Et après y Ici et là. Adieu mères ha sido la película elegida para representar a Marruecos para los premios Oscar.


II MUESTRA DE CINE AFRICANO DE MADRID

Organiza: Ull Anònim con el soporte de AECID y la colaboración de Lince Comunicación y Pequeño Cine Estudio
Fecha: 9 de Diciembre
Lugar: Pequeño Cine Estudio; c/ Magallanes 1 (Metro Quevedo)
Precio: 6.50 €.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Morir en Jerusalén

En su primera película, Medalia -la directora- se acerca al conflicto entre israelíes y palestinos intentando unir en conversación a dos madres que han perdido a sus hijas en un atentado terrorista. Presenta así el microcosmos del conflicto a través de los ojos de dos familias profundamente afectadas por la pérdida y un enfrentamiento de compleja solución.

Tras la proyección, la directora ayudará a completar la visión de su obra y responderá a todas las preguntas.

Será el 1 de diciembre a las 19h en el CMU San Juan Evangelista (Av/ Gregorio del Amo, 4), con entrada libre hasta completar aforo.

Más información: Casa Sefarad

Fuente: Carta de Sefarad