Las lágrimas empezaron a caer antes del final de la función. Los datos almacenados en la memoria, las imágenes, las sensaciones... todo daba vueltas en nuestras cabezas a la velocidad de la luz.
Fue una de nuestras primeras aproximaciones a Palestina, a la vida diaria que siempre se olvida a la hora de escribir las noticias.
Dos años después de salir de aquel teatro, yo misma he podido disfrutar del aroma y el sabor de ese café, que se empeña en ser dulce por más que haya quienes pretenden obligarlo a ser siempre amargo.
2 comentarios:
El sabor no esta en el café, sino en nuestro interior... Nuestra forma de pensar es la que da sabor a las cosas que nos rodean, por muy feas que se ponen las cosas, siempre queda la esperanza de superarlas y la voluntad de aspirar a un futuro mejor, en paz..
Hola Amina :)
Me alegro de leerte por aquí...
'El olor del café' es una obra de teatro que fui a ver con dos grandes amigos hace ya dos años.
Trata de la vida cotidiana bajo la ocupación y de la amistad POSIBLE entre una mujer israelí y una palestina.
El café es el símbolo elegido por ambas para recordarse mutuamente que aún son amigas y que las cosas siempre pueden cambiar: sólo hace falta saber si queremos que sea a mejor o a peor.
Es una gran obra... :)
Un abrazo!
Carmen.
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