viernes, 2 de marzo de 2007

Los baños turcos... o lo que queda de ellos

Tuvimos la extraña suerte de llegar a Nablus justo cuando comenzaba la guerra/ invasión (elijan ustedes el término) del Líbano. Las primeras imágenes que vi fueron desde un pequeño televisor, mientras comía kenafa con mis compañeros, en unos de los más antiguos y populares baños turcos de la ciudad. Todos sentados alrededor de la pantalla, sólo éramos capaces de distinguir unos contornos difusos cuando las explosiones iluminaban la noche del país vecino. Fue el final triste para una tarde que había comenzado alegremente, con todos nosotros repartidos por los divanes, charlando, mientras saboreábamos un buen té y nos dejábamos llevar por la música de fondo y el sonido relajante de la fuente que hacía los honores en el centro del patio.
El domingo 25 de febrero, Nablus amaneció bajo toque de queda. Decenas de vehículos blindados y excavadoras invadieron las calles y comenzaron a derrumbar casas y demás edificios en un intento de presionar a la población para que entregara a los hombres que el ejército israelí estaba buscando. Le tocó el turno a los baños turcos. Nada de masajes, nada de saunas: una base militar desde donde poder continuar la invasión de la ciudad sin miedo a ser dañados. Todo lo que había dentro ha quedado destrozado después de dos días de albergar a los soldados. Continúan robando nuestros recuerdos.
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