lunes, 30 de junio de 2008

El aeropuerto, Huda y yo

"Hey, chica, ¿Cómo estás? ¿Cómo llego de Tel Aviv a Jerusalén? ¿Dónde puedo dormir? ¿Cómo te fue en el aeropuerto la última vez?"

"Hola. Bien. Coge un sherut, están según se sale de la terminal, son unos 45-50 shekels. Prueba en el Palm Hostel, donde estuvimos en el 2006. ¡El aeropuerto fue realmente fácil!"

Mi amiga me terminó diciendo: claro, tú no te llamas Huda y no tienes apellido árabe.

Es cierto.

Se supone que llegó el viernes a Tel Aviv. Se supone que pasó el control del aeropuerto. Se supone que llegó a Jerusalén y que ahora ya estará trabajando como voluntaria en la clínica de Belén con la que contactó.

Se suponen muchas cosas.

No entiendo por qué entrar en Israel nos tiene que suponer este estrés. A veces me parece que nos da más miedo el aeropuerto que los soldados en las calles de Ramallah o Nablus. No es que me parezca muy seguro andar por ahí mientras unas personas vestidas de verde apuntan a diestro y siniestro, pero es saber que te pueden denegar la entrada a Israel si te consideran ‘un peligro para la seguridad del país’ (y entonces ya no habrá nada que puedas hacer para pasar a los Territorios Palestinos), y me llevan los demonios.

Si, ya en Cisjordania, no puedes salir de la ciudad en la que estás porque ellos han cerrado el puesto de control, pues bueno; si a las 22h no puedes andar por la calle porque ellos están fuera, patrullando, pues vale; si tienes que hacer mil cálculos para llegar a tiempo a los sitios porque en medio de cualquier camino están ellos, arma en mano, pidiéndote el pasarporte, pues qué se le va a hacer: eso forma parte de la ocupación. Al menos ya estás en Palestina, con la gente que conoces, haciendo lo que crees que es justo hacer. Pero llegar al aeropuerto y que te hagan dar media vuelta directita a tu casa, no me hace ni pizca de gracia… y a más de uno le ha pasado ya.

También hay quien en vez de obtener los tres meses de rigor para el visado de entrada, obtiene tan sólo días (¿por qué? porque sí); y están, claro, los que al llegar tienen que aguantar 3, 4, 8 y hasta 12 horas de interrogatorio (¿qué vienes a hacer aquí? ¿dónde vas a estar? ¿durante cuánto tiempo? ¿y con quién? ¿tienes familia en Israel? ¿tienes amigos árabes? Y de nuevo: ¿qué vienes a hacer aquí? ¿dónde vas a estar? ¿durante cuánto tiempo? ¿y con quién? ¿tienes familia en Israel? ¿tienes amigos árabes?).

Yo, de momento, con las entradas he tenido suerte. Solamente la primera vez fue un poco más complicada, pero preguntas a dos bandas durante diez minutos no es nada comparado con lo que tuvieron otros compañeros, así que no me voy a quejar.

Si Palestina fuera un Estado y el resto del mundo tuviera acceso directo a él, los israelíes se ahorrarían muchas preguntas y mucho trabajo.




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