A la mañana siguiente, cuando vio mi cara, Fawaz me comentó: ‘No has dormido bien, ¿verdad?’.
Era cierto: había dormido tan sólo unas horas.
‘Estuvimos hasta tarde despiertas, escuchando los disparos y los tanques’, le contesté.
Me miró; parecía estar sintiendo en lo más profundo de su ser que tuviéramos que estar pasando por aquella situación.
‘¿Sabes?’, continuó, ‘he dormido dos horas. He estado toda la noche en la ventana de mi casa, mirando a la escuela, comprobando que todo iba bien’.
Su cara, como la mía, como las de todos, también reflejaba las pocas horas de sueño.
Era cierto: había dormido tan sólo unas horas.
‘Estuvimos hasta tarde despiertas, escuchando los disparos y los tanques’, le contesté.
Me miró; parecía estar sintiendo en lo más profundo de su ser que tuviéramos que estar pasando por aquella situación.
‘¿Sabes?’, continuó, ‘he dormido dos horas. He estado toda la noche en la ventana de mi casa, mirando a la escuela, comprobando que todo iba bien’.
Su cara, como la mía, como las de todos, también reflejaba las pocas horas de sueño.
Experimenté esa sensación de cuando eres pequeño y tu padre o tu madre se queda pacientemente sentado a los pies de tu cama, esperando a que te duermas porque tú tienes pesadillas y te da pánico quedarte solo. Esa sensación de seguridad, afecto, calor.
Casi un mes después, los escenarios cambiaron: Fawaz ya no velaba desde la ventana de su casa por nuestra seguridad, mientras nosotras dormíamos en la escuela Jardaneh y los militares, unas calles más allá, abrían fuego contra el edificio de la policía preventiva. Ahora era el ejército israelí el que, desde esa misma escuela, vigilaba y demolía la casa de Fawaz.
Casi un mes después, los escenarios cambiaron: Fawaz ya no velaba desde la ventana de su casa por nuestra seguridad, mientras nosotras dormíamos en la escuela Jardaneh y los militares, unas calles más allá, abrían fuego contra el edificio de la policía preventiva. Ahora era el ejército israelí el que, desde esa misma escuela, vigilaba y demolía la casa de Fawaz.
Me pregunto si esta es la forma de recompensar a los que eligieron la palabra como arma contra la ocupación.
:: Edificio Lubbadeh. 26-27 Agosto 2006 ::
3 comentarios:
Carmen, te escribo desde Mexicali, Mexico, me interesaría saber en donde te encuentras, me refiero en ke area de palestina...debes de vivir un infierno pero te aseguro que hay gente en el mundo ke estamos dandoles a ti y tu gente mucho soporte espiritual.. oramos por ustedes porke al final somos todos humanos y como hermanos y no es que sea religioso porke no lo soy pero me afloran sentimientos con estas catrastrofes humanas..
carmen estoy muy interesado en el tema de palestina y la guerra, ademas de kerer saber como están, me gustaría ponerme en contacto contigo, en mi blog he publicado un artículo de palestina, donde me he tomado el atrevimiento de copiar un artículo de tu blog para que la gente que vea mi blog también se entere y entre a tu blog, te invito a que lo veas y comentes en mi blog al respecto, es http://www.mikehurtado.blogspot.com
Gracias por preocuparte por Palestina y por los que allí viven.
Yo pasé tres semanas en Nablus, pero ya estoy de vuelta... Una lástima.
Gracias de nuevo y... visitaré tu blog!
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