miércoles, 17 de octubre de 2007

¿Cuándo parará?

No soy tan estúpida como para pensar que esto no iba a suceder otra vez, pero últimamente albergaba cierta esperanza, si no de paz, al menos sí de relativa tranquilidad. Y con relativa tranquilidad no quiero decir que los soldados hayan dejado de entrar casi cada noche a la ciudad, sino que en estos últimos meses no han matado a nadie que yo conociera personalmente.

Hoy, un email del coordinador del campo de trabajo en Nablus me ha devuelto a la realidad.

El ejército israelí entró, como tantas otras veces, a la ciudad. Buscaban a una persona, a una sola persona, pero las casas estorbaban, por lo que se ve.

En una de ellas, hace poco más de un año celebramos el cumpleaños de Nidal: cumplía 19. Cantamos el cumpleaños feliz en más de diez lenguas diferentes, ¡cada uno proveníamos de una esquina del mundo!.

Nidal (camiseta verde) celebra su cumpleaños en su casa, acompañado de amigos y voluntarios. Verano 2006.


Recuerdo que en un momento de la noche me paré a pensar en las caras de felicidad que tenía a mi alrededor, ¿cuánto iban a durar?. Habíamos vivido la destrucción de la moqata tan sólo unos días antes; los checkpoints; los niños de los campos de refugiados; los toques de queda por las noches. Miré otra vez a sus caras: los palestinos son capaces de ser felices con lo más mínimo, el problema es que muchas veces el ejército israelí no les deja ni ese mínimo para seguir adelante.

A finales de agosto del año pasado fue el turno de la casa de Fawaz.

Este año, le ha tocado a la casa de Nidal.

Nidal sujeta uno de los proyectiles que impactaron contra su habitación. Otoño 2007.



¿Quién va a ser el siguiente?


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