miércoles, 16 de julio de 2008

Qalandia







14.07.2008 Qalandia

El checkpoint de Qalandia es el principal puesto de control para entrar en Jerusalén viniendo desde Ramallah. Es peor de lo que yo recordaba: un ejemplo humillante del día a dia de los palestinos que viven en los Territorios Ocupados. De hecho, creo que los animales son con frecuencia mejor tratados que esta gente.

Coincidí con un hombre en Ramallah que también viajaba de vuelta a Jerusalén y me sentí agradecida: eso significaba que no tenía que pasar por el checkpoint sola.

Yendo por la carretera de Ramallah a Qalandia se puede ver el muro de cemento gris a mano derecha, decorado con graffitis del tipo “CTL+ALT+DEL”, “illegal wall”, “this wall must fall” y dibujos que los acompañan.

El suelo está lleno de basura y a lo largo de todo el muro hay montones de bloques de piedra y hormigón; es presumible que sean restos de los bloques que el ejército israelí utiliza para bloquear las carreteras.

Según llegamos al checkpoint, mi compañero de viaje me dijo “Tengo que bajarme ahora porque soy palestino, pero tú te puedes quedar en el autobús”. Si eres extranjero, puedes quedarte sentado en el autobús mientras éste pasa por el checkpoint. Si eres palestino, tienes que bajarte, andar durante unos 200 mentros aproximadamente hasta el checkpoint y esperar luego en línea hasta que consigues llegar al otro lado. Tuve una mala experiencia la última vez y sentí miedo.

Mientras caminas por el parking hacia el checkpoint, éste parece, visto desde fuera, una gran terminal. Hay un hombre fuera, vendiendo caramelos y chocolatinas en su tenderete improvisado. Sobre su cabeza se erige un cartel en el que se lee:

BIENVENIDO A ‘ATAROT’ CHECKPOINT

- ESTÁ ENTRANDO EN UN ÁREA MILITAR. PARA HACER SU TRÁNSITO FÁCIL Y EVITAR RETRASOS INNECESARIOS, LEA PRIMERO ESTAS INSTRUCCIONES Y SÍGALAS.

- NO ENTRE LLEVANDO ARTÍCULOS METÁLICOS NI OBJETOS DECLARADOS COMO PROHIBIDOS POR LA AUTORIDAD.

- PREPARE SUS DOCUMENTOS PARA LA INSPECCIÓN

- SUS DOCUMENTOS DEBEN SER PRESENTADOS EN CADA PUNTO DE INSPECCIÓN

- DEBEN QUITARSE LOS ABRIGOS

- A LAS PERSONAS QUE SE NIEGUEN A SEGUIR LAS INSTRUCCIONES DE LA INSPECCIÓN O DE LOS LETREROS NO SE LES PERMITIRÁ COMPLETAR SU TRÁNSITO

- LES DESEAMOS UN SEGURO Y CÓMODO TRÁNSITO

- VAYA EN PAZ Y REGRESE EN PAZ


Para mí tránsito significa tener que esperar en un aeropuerto unas horas haciendo escala hasta poder embarcar de nuevo. Me pregunto por qué los palestinos tienen que transitar para, de hecho, cruzar la calle.

Saqué mi cámara del bolso y, mientras fotografiaba el letrero, me sentí de algún modo asustada. Me pregunto por qué: no hay un solo cartel que diga que esté prohibido hacer fotos y, además, si el ejército israelí no está haciendo nada malo seguramente no tendrá nada que ocultar.

Al pasar el muro y adentrarte en el checkpoint, dejando atrás al hombre vendiendo sus golosinas, encuentras unos bancos en los que puedes ver a gente sentada, esperando. Otros están esperando en filas. La terminal está hecha de pilares de metal que sostienen un techo de hierro. Hay aproximadamente cinco o seis filas, pero sólo tres están siendo utilizadas: las otras han sido cerradas.

Al ponerte en la fila, te quedas encerrado en una jaula: barras de metal de unos dos metros de altura te rodean. El espacio es tan pequeño que la gente no se puede poner unos al lado de los otros y sólo es posible hacer una fila india. En caso de que hubiese alguna posibilidad de que esta gente pudiese volar por encima y tratar de escapar, también hay una alambrada de púas en el extremo de arriba que se lo impediría.

Me sentí como un pollo en una jaula.

En la fila de al lado un niño pequeño, de unos cuatro o cinco años, estaba llorando: se aferraba a los barrotes que nos rodeaban y lloraba. Su padre trataba de consolarle. Imaginad venir a este mundo y que sean jaulas lo único que veas. Busqué en mi bolso y le ofrecí un dulce.

Hay cámaras de seguridad en todos lados enfocando en todas direcciones; a la derecha, una pequeña sala donde un soldado se sienta y nos mira fijamente mientras sostiene su arma para protegerse a través del cristal que nos separa. Me pregunto si es más fácil poner a la gente en fila india para que también sea más fácil poder dispararles.

Al final de la fila hay un torniquete que sólo permite el paso de uno en uno. A cada rato los soldados lo cierran y la gente no puede pasar.

Una vez que has pasado por él, ya puedes ponerte en la segunda cola, donde tienes que poner tus bolsos en una máquina de rayos-x y enseñar tu pasaporte o tarjeta de identificación al soldado que está en la salita con la ventana de cristal. De nuevo hay seis filas, pero sólo dos están abiertas, añadiendo un retraso adicional al día a día de esta gente.

Estos checkpoints me hacen sentir miedo. Es algo inexplicable. No he hecho nada malo, no he cometido ningún crimen y aún así estoy asustada.

Esperamos durante 45 minutos hasta que pudimos pasar y después, mientras caminábamos para salir y tomar de nuevo el autobús, apareció un letrero deseándonos un feliz día.

Nos subimos al autobús como si nada hubiese pasado.

Me pregunto cómo aguantaría esto la gente que conozco, la gente de mi país, si tuviesen que pasar tres cuartos de hora para cruzar la calle.

El checkpoint lleva aquí unos ocho años más o menos. Mi acompañante me dijo que solía trabajar en Jenín y que antes tardaba unos 45 minutos en llegar desde Jerusalén, pero tuvo que dejar su trabajo gracias a los cinco checkpoints que ahora hay en el camino y que le hacen perder más de cinco horas esperando.

El checkpoint de Qalandia es peor que un aeropuerto.

Israel asegura que es para proteger a la gente, pero yo no me siento protegida en modo alguno, sólo amenazada.






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