miércoles, 30 de julio de 2008
Qu'e ajetreo!!
domingo, 20 de julio de 2008
Caminito de Belén...
viernes, 18 de julio de 2008
Hebreo... ¡tan simple!
miércoles, 16 de julio de 2008
Qalandia
14.07.2008 Qalandia
El checkpoint de Qalandia es el principal puesto de control para entrar en Jerusalén viniendo desde Ramallah. Es peor de lo que yo recordaba: un ejemplo humillante del día a dia de los palestinos que viven en los Territorios Ocupados. De hecho, creo que los animales son con frecuencia mejor tratados que esta gente.
Coincidí con un hombre en Ramallah que también viajaba de vuelta a Jerusalén y me sentí agradecida: eso significaba que no tenía que pasar por el checkpoint sola.
Yendo por la carretera de Ramallah a Qalandia se puede ver el muro de cemento gris a mano derecha, decorado con graffitis del tipo “CTL+ALT+DEL”, “illegal wall”, “this wall must fall” y dibujos que los acompañan.
El suelo está lleno de basura y a lo largo de todo el muro hay montones de bloques de piedra y hormigón; es presumible que sean restos de los bloques que el ejército israelí utiliza para bloquear las carreteras.
Según llegamos al checkpoint, mi compañero de viaje me dijo “Tengo que bajarme ahora porque soy palestino, pero tú te puedes quedar en el autobús”. Si eres extranjero, puedes quedarte sentado en el autobús mientras éste pasa por el checkpoint. Si eres palestino, tienes que bajarte, andar durante unos 200 mentros aproximadamente hasta el checkpoint y esperar luego en línea hasta que consigues llegar al otro lado. Tuve una mala experiencia la última vez y sentí miedo.
Mientras caminas por el parking hacia el checkpoint, éste parece, visto desde fuera, una gran terminal. Hay un hombre fuera, vendiendo caramelos y chocolatinas en su tenderete improvisado. Sobre su cabeza se erige un cartel en el que se lee:
BIENVENIDO A ‘ATAROT’ CHECKPOINT
- ESTÁ ENTRANDO EN UN ÁREA MILITAR. PARA HACER SU TRÁNSITO FÁCIL Y EVITAR RETRASOS INNECESARIOS, LEA PRIMERO ESTAS INSTRUCCIONES Y SÍGALAS.
- NO ENTRE LLEVANDO ARTÍCULOS METÁLICOS NI OBJETOS DECLARADOS COMO PROHIBIDOS POR LA AUTORIDAD.
- PREPARE SUS DOCUMENTOS PARA LA INSPECCIÓN
- SUS DOCUMENTOS DEBEN SER PRESENTADOS EN CADA PUNTO DE INSPECCIÓN
- DEBEN QUITARSE LOS ABRIGOS
- A LAS PERSONAS QUE SE NIEGUEN A SEGUIR LAS INSTRUCCIONES DE LA INSPECCIÓN O DE LOS LETREROS NO SE LES PERMITIRÁ COMPLETAR SU TRÁNSITO
- LES DESEAMOS UN SEGURO Y CÓMODO TRÁNSITO
- VAYA EN PAZ Y REGRESE EN PAZ
Para mí tránsito significa tener que esperar en un aeropuerto unas horas haciendo escala hasta poder embarcar de nuevo. Me pregunto por qué los palestinos tienen que transitar para, de hecho, cruzar la calle.
Saqué mi cámara del bolso y, mientras fotografiaba el letrero, me sentí de algún modo asustada. Me pregunto por qué: no hay un solo cartel que diga que esté prohibido hacer fotos y, además, si el ejército israelí no está haciendo nada malo seguramente no tendrá nada que ocultar.
Al pasar el muro y adentrarte en el checkpoint, dejando atrás al hombre vendiendo sus golosinas, encuentras unos bancos en los que puedes ver a gente sentada, esperando. Otros están esperando en filas. La terminal está hecha de pilares de metal que sostienen un techo de hierro. Hay aproximadamente cinco o seis filas, pero sólo tres están siendo utilizadas: las otras han sido cerradas.
Al ponerte en la fila, te quedas encerrado en una jaula: barras de metal de unos dos metros de altura te rodean. El espacio es tan pequeño que la gente no se puede poner unos al lado de los otros y sólo es posible hacer una fila india. En caso de que hubiese alguna posibilidad de que esta gente pudiese volar por encima y tratar de escapar, también hay una alambrada de púas en el extremo de arriba que se lo impediría.
Me sentí como un pollo en una jaula.
En la fila de al lado un niño pequeño, de unos cuatro o cinco años, estaba llorando: se aferraba a los barrotes que nos rodeaban y lloraba. Su padre trataba de consolarle. Imaginad venir a este mundo y que sean jaulas lo único que veas. Busqué en mi bolso y le ofrecí un dulce.
Hay cámaras de seguridad en todos lados enfocando en todas direcciones; a la derecha, una pequeña sala donde un soldado se sienta y nos mira fijamente mientras sostiene su arma para protegerse a través del cristal que nos separa. Me pregunto si es más fácil poner a la gente en fila india para que también sea más fácil poder dispararles.
Al final de la fila hay un torniquete que sólo permite el paso de uno en uno. A cada rato los soldados lo cierran y la gente no puede pasar.
Una vez que has pasado por él, ya puedes ponerte en la segunda cola, donde tienes que poner tus bolsos en una máquina de rayos-x y enseñar tu pasaporte o tarjeta de identificación al soldado que está en la salita con la ventana de cristal. De nuevo hay seis filas, pero sólo dos están abiertas, añadiendo un retraso adicional al día a día de esta gente.
Estos checkpoints me hacen sentir miedo. Es algo inexplicable. No he hecho nada malo, no he cometido ningún crimen y aún así estoy asustada.
Esperamos durante 45 minutos hasta que pudimos pasar y después, mientras caminábamos para salir y tomar de nuevo el autobús, apareció un letrero deseándonos un feliz día.
Nos subimos al autobús como si nada hubiese pasado.
Me pregunto cómo aguantaría esto la gente que conozco, la gente de mi país, si tuviesen que pasar tres cuartos de hora para cruzar la calle.
El checkpoint lleva aquí unos ocho años más o menos. Mi acompañante me dijo que solía trabajar en Jenín y que antes tardaba unos 45 minutos en llegar desde Jerusalén, pero tuvo que dejar su trabajo gracias a los cinco checkpoints que ahora hay en el camino y que le hacen perder más de cinco horas esperando.
El checkpoint de Qalandia es peor que un aeropuerto.
Israel asegura que es para proteger a la gente, pero yo no me siento protegida en modo alguno, sólo amenazada.
La tierra
El conflicto aquí es por la tierra... y siempre lo ha sido. Anoche uno de mis compañeros nos llevó a su tierra, la de su familia; se llama Al Makhor, y ahora queda al otro lado del checkpoint. Es un terreno accidentado, muy bonito, lleno de árboles. El sol se estaba poniendo en el valle cuando llegamos. Al mirar a la izquierda y alzar la vista, se pueden ver los los feos bloques grises de hormigón que forman el muro en el horizonte, y mirar más a lo lejos tan sólo se puede ver, con dificultad, la copa de los árboles sobre el muro. En realidad, este es un muro separa tierra palestina de tierra palestina.
“Quiero venir y vivir aquí”, me dijo mi compañero.
Sí, estaba de acuerdo. El lugar era ciertamente pinturesco; podías sentir la brisa en la nuca, ver los olivos recorrer el paisaje; había un pastor con sus animales, en la distancia y el sol estaba poniéndose entre dos montañas, creando un precioso cielo naranja. Todo estaba en silencio. A lo lejos, hacia la izquierda, se podía ver la carretera 60 – la carretera por la que sólo a los israelíes se les permite conducir.
“Si no vivo aquí, pronto formará parte de Israel…”. Y por mi mente pasó la idea de que incluso si él viviese allí, probablemente se convertiría en tierra israelí de todas formas. Mirando hacia arriba, hacia el muro que hoy separa tierra palestina de tierra palestina, se ve claramente que un día separará tierra palestina de tierra que se habrá convertido en tierra del Estado de Israel. Quizá otro asentamiento será construído.
El padre de mi compañero estaba con nosotros y me mostró una habitación hecha de grandes piezas de mármol blanco. Dentro el aire era más frío y había poca luz. El lugar tiene una terraza que termina en forma de domo, hecha de pidras. La habitación, de forma circular, apenas tenía cuatro metros de diámetro, y albergaba un hornillo de gas y una cama. Junto a la varandilla, había una terraza provisional con tejado de chapa y debajo unos sofás en los que poder sentarse, con un hueco en la pared pensado para albergar una ventana. Eso era todo.
“No podemos construir aquí; esta es nuestra tierra y no podemos construir en ella. Necesito un permiso y sé que nunca lo conseguiré”. Con esas palabras aquel hombre respondió a los pensamientos que llevaban un rato en mi cabeza sobre por qué no se había terminado de construír lo que de hecho se había empezado. Miré a la puesta de sol, sin saber qué decirle.
Es odioso el hecho de que un palestino tenga que pedir permiso para construir en su propia tierra; permiso que inevitablemente será denegado y después, en esa misma tierra, un asentamiento será construído.
El establecimiento de los asentamientos lleva a la violación de los derechos de los palestinos consagrados en la ley internacional de derechos humanos. Entre otras violaciones, los asentamientos infringen el derecho a la auto-determinación, igualdad, propiedad y adecuado nivel de vida, así como de libertad de movimiento”.
Fuente: Btselem>
Ayer vi un documental en el que un olivar perteneciente a un hombre palestino iba a ser destruído para dejar espacio para la construcción del muro. El hombre respondió a tal acción diciendo: “No voy a dejar esta tierra, esta es mi tierra. Si los israelíes van a destruír los olivos, plantaré otros nuevos. Mi familia y yo no dejaremos esta tierra. Si piensan echar abajo mi casa, viviremos en una tienda de campaña. No dejaremos esta tierra tal y como nuestros padres hicieron en 1948. ¿Cómo es que alguien de Etiopía tiene más derecho a esta tierra que yo?”
Los judíos de Etiopía también son conocidos como Falasha, o Beta Israel. Más de 120.000 judíos etíopes emigraron a Israel en las llamadas Operación Moses (1984) y Operación Solomon (1991). Pudieron hacerlo al amparo de la Ley Israelí del Retorno (1950) que permite a los judíos emigrar a Israel y conseguir la ciudadanía.
Israel afirma que quiere la paz pero con la expasión de los asentamientos (cuyas casas se venden en inmobiliarias en Londres) me pregunto si esa paz será posible. Junto con los asentamientos viene la interminable división del territorio, la separación de vidas, las diferentes carreteras para diferentes etnias… ¿Cómo puedes esperar la paz cuando no puedes vivir en paz con tu vecino, cuando dos pueblos viviendo en el mismo territorio son tratados de forma tan diferente?
domingo, 13 de julio de 2008
El muro y Belén
Me siento asfixiada. Desde que llegué he estado escuchando a la gente decir que vivir aquí es como estar en una prisión, en una jaula para animales. Una semana después de mi llegada estoy empezando a entender a qué se referían.
Belén está cercado por el muro, también conocido como valla de seguridad. Os puedo asegurar que esto no es una valla tal y como nosotros entendemos el término. Esta valla alcanza los 8 metros de altura en algunos puntos y está construída a base de sólidos bloques puestos en línea, uno tras otro. Cada 200 metros hay una torre de vigilancia. Esas torres sobrepasan incluso los 8 metros y tienen una sala circular en lo alto, cuyas paredes son cristales a través de los cuales se puede mirar hacia cualquier punto. Normalmente se puede ver a los soldados israelíes sentados, observando. En otras zonas, el muro está reforzado por una alambrada de púas para una seguridad adicional.
Una de las mujeres me ha enseñado su jardín y el muro. El muro ha sido construído dentro de la tierra que pertenece a su familia, junto a la casa. Ya no pueden llegar a sus terrenos porque éstos han quedado al otro lado del muro y ahora pertenecen a Israel. ¿Acaso se les preguntó? No. ¿Se les ofreció algún tipo de compensación? No. ¿Qué pueden hacer? Nada. Y este no es el único caso de este tipo aquí.
La vida aquí resulta difícil en todos los sentidos. La semana pasada una compañera fue con un grupo de niños ciegos de la escuela de excursión a Tiberíades. Tenían permiso para salir por el puesto de control de Gilo, pero no les permitieron hacerlo. ¿Quizás esos niños ciegos eran una amenaza para la seguridad de Israel? Al final se les permitió pasar por el otro puesto de control. Con hechos así, uno sólo puede suponer que lo que se pretende es causar molestias y retrasos, humillar y menospreciar aún más si cabe a esta gente.
Belén. Verano 2006.
viernes, 11 de julio de 2008
Nablus - Hamas - Jamil
He tenido que leer el párrafo dos veces: estaba segura de que me había perdido algo por el camino.
Pero en la tercera vuelta ya he tenido que admitir que lo que estaba entendiendo era, efectivamente, lo que en realidad ponía. Mi amiga alucinaba en el email que me había escrito y yo tres cuartas partes de lo mismo leyéndolo en mi casa esta mañana.
Resulta que Israel está en plena cruzada contra Hamás y todo lo que suene a Hamás.
Clínicas, hospitales, orfanatos, escuelas, centros comerciales... hasta autobuses escolares, vaya. Me pregunto si no será que pillaron a los críos en plena clase de autoescuela: "Ahora, pequeños, prestad atención: aceleráis y cuando lleguéis al puesto de control...".
Bendita infancia.
miércoles, 9 de julio de 2008
Otro punto de vista... diferente y comprometido
Supongo que siglos de una religión -mayoritariamente- entendida a medias, mal entendida o directamente manipulada con el único objetivo de tener en un puño a los demás, ha tenido que ver bastante con el hecho de que ahora estemos donde estamos y actuemos como actuamos.
En cualquier caso, soy partidaria de escuchar a quien tenga algo que decir y ¡sorpresa! muchas veces no hace falta ser como el que habla, ni creer en todo lo que cree el que habla, para estar de acuerdo con él sobre ciertos puntos.
Security reasons
El aeropuerto fue una mala experiencia. Me había intentado preparar antes de venir para lo que pudiera pasar. La última vez supongo que tuve suerte al tener que responder sólo a unas pocas preguntas.
El aeropuerto de Ben Gurion es realmente espectacular, hecho con piedra y suelos de mármol, techos altos, espacioso y aireado, con una mampara de cristal que rodea un recinto en cuyo centro hay una pequeña cascada. Justo debajo está la zona donde la gente espera la salida de sus vuelos. Está muy bien organizado, con las llegadas y las salidas completamente separadas, aunque no lo parece a simple vista.
Según llegué al puesto de control, vi que había gente de todas las partes del mundo que venían a Israel, a Tierra Santa. Tengo que admitir que estaba nerviosa, aunque no sabía por qué… quizás el miedo a que me denegasen la entrada.
Aquella mujer pidió por el walkie a alguien que vinise a recogerme. Le pregunté si había algún problema. “No, no hay ningún problema” dijo mientras me sonreía. La seguridad israelí tienen la habilidad de ser increíblemente educada al tiempo que consigue instalar el miedo en ti por algo que no has hecho. Me condujeron a una sala de espera y según entré vi a los que estaban allí esperando: egipcios, palestinos, palestinos-estadounidenses, árabes israelíes, familias con niños pequeños, mujeres con un velo cubriéndoles la cabeza y yo.
Me dejaron esperando durante una hora hasta que me llamaron y las preguntas comenzaron: ¿de dónde eres? ¿de dónde es tu padre? ¿has estado en Israel antes? ¿por qué vienes otra vez? ¿cuál es tu trabajo? ¿tienes algún documento que lo demuestre? ¿qué piensas visitar en Israel?
Después de una media hora me dejaron de nuevo fuera de la sala y tuve que esperar una hora más hasta que me llamaron para ser interrogada por una segunda persona. ¿Cuál es tu email? ¿cuál es tu email personal? ¿cuál es tu número de teléfono? ¿saben tus padres que estás aquí? ¿conoces a algún palestino aquí? ¿conoces a algún israelí? ¿conoces a algún judío? ¡¿Por qué conoces judíos!?... Y de nuevo todas las preguntas que ya me habían hecho me las volvieron a preguntar. ¿Te importa si llamamos a tu madre?.
La miré y muy tranquila le dije: “¿Sabes? No soy una terrorista, no estoy aquí para matar a nadie”. Ella levantó la vista del ordenador en el que estaba escribiendo y su cara pareció sorprendida mientras respondía “No, no, claro que no”.
Finalmente, después de haber aterrizado a las dos de la tarde, me devolvieron mi pasaporte a las seis y media. ¡Pero aún no había terminado todo! Hubo más preguntas sobre mis vacaciones en Marruecos - ¿a qué fuiste allí? ¿con quién? ¿conoces a algún marroquí?
Mi maleta había sido dañada, la cremallera rota, el neceser con el maquillaje había desaparecido. Pasaron mi equipaje por los rayos x, registraron el interior… Al menos la chica que lo hizo tuvo algo de compasión: se sorprendió de que fuesen ya las ocho de la tarde y yo siguiese allí, cuando mi vuelo había llegado a las dos. Me ofreció café y té, y supongo que este pequeño gesto de humanidad fue lo que me hizo desmoronarme y romper a llorar. Le pregunté por qué había sido tratada de aquella manera. Me contestó ‘sabes que los israelíes están obsesionados con su seguridad, tienen tanto miedo…”. "¿Miedo de una doctora?". La chica simplemente se encogió de hombros, sin saber qué decir.
Me sentí totalmente humillada.
== Aeropuerto Ben Gurión, Tel Aviv (Israel) ==
Junio del 2008
martes, 8 de julio de 2008
Una de cine
SIJIL IKHTIFAA. Crónica de una desaparición. Elia Suleiman.
Palestina (1996) 84' [NAZARET/JERUSALÉN]
Lugar: Casa Árabe
C/ Alcalá, 62.
¿Cómo llegar?
Metro Príncipe de Vergara
Autobús nº 152 desde Estación Sur de Méndez Álvaro.
lunes, 7 de julio de 2008
Letras en común
domingo, 6 de julio de 2008
sábado, 5 de julio de 2008
Demolicioes varias y el significado de 'inusual'
Habrá que modificar la entrada del diccionario.
viernes, 4 de julio de 2008
Manzanas rojas
Así es como empieza la obra de teatro Manzanas rojas.
Hacía tiempo que había visto la reseña bibliográfica y resultó que el libro en cuestión lo tenía, esperándome, en una de las estanterías de mi trabajo.
Os dejo unos fragmentos...
Ya podéis imaginar qué les pasó a los dos amigos.
jueves, 3 de julio de 2008
Vaya noticia
Me decían hoy '¿Ves? es por cosas como esta por lo que la sociedad israelí no se preocupa por los palestinos, por cuánto sufren en los territorios, por cómo viven sus hijos'.
Y tienen parte de razón. Ataques como los de ayer no hacen sino ensanchar aún más si cabe el abismo que parece separar a los dos pueblos. ¿Quién se va a parar a pensar en las injusticias que tienen que soportar en Gaza y Cisjordania cuando un árabe arremete con la excavadora de la empresa israelí en la que trabaja contra todo lo que se mueve por la calle?
Sólo puedo esperar, como leí ayer en un post de opinión en Ynetnews , que el hombre lo hizo por cualquier otro motivo que no fuera el de servir a ninguna causa.
Mientras tanto, parece ser que el gobierno israelí ha prohibido a la familia del palestino que llevó a cabo el ataque organizar un espacio para el duelo y, de paso, se muestra partidario de revisar la decisión, tomada en el año 2005, de suspender la política de demolición de casas de supuestos terroristas como medida disuasoria.
En palabras del Primer Ministro Israelí, Ehud Olmert:"We need to stop the terror attacks carried out by east Jerusalem Arabs, and if that must be done through means of deterrence or the demolition of a home – then so be it"
Veremos la cola que trae todo este asunto...
Voces Mediterráneas II
El Mediterráneo es un espacio geográfico, geopolítico, socio-cultural, simbólico extremadamente complejo. Su intricada historia, su riqueza cultural, su permeabilidad para viejos y nuevos tránsitos nos deja ante un lugar simbólico insólito pero también ante un lugar real en toda su crudeza.